Finalmente Milei pasó por Córdoba, donde tuvo uno de los mayores caudales de votos y registra los más altos índices de popularidad, dos medidas que marcan el ritmo de la política actual y, en teoría, el camino, sin embargo quedaron dudas.
El despliegue huracanado del presidente, sumado a encuestas que le dan más del 50% de apoyo de los argentinos, supone la presencia de un líder demoledor, dueño de la verdad, al que nadie se puede oponer; su presencia en Córdoba en un acto abierto al público mostró algunos límites.
En primer lugar Milei llegó a Córdoba sólo, no logró concretar el «pacto» que suponía el apoyo de los gobernadores argentinos, no vino ninguno, solo estuvo Llaryora; en segundo término, el supuesto apoyo popular mostró limitaciones, a la plaza San Martín solo concurrieron poco más de cinco mil personas, diez mil para los que quieren desbordar optimismo, eso no hace más que mostrar que sus más fervientes seguidores tienen limitaciones y permite preguntar hasta dónde acompaña el resto, los que no fueron; y por último, la oposición ideológica demostró tanto o más poder de movilización que sus fanáticos con una concentración de miles de personas, sin aparatos de movilización, ni colectivos, ni choris, solo la voluntad de expresar oposición.
Entonces, mientras el presidente siga teniendo la popularidad teórica que tiene, ningún político se atreverá a enfrentarlo, por temor a esos votos, a ese ninguneo y a esos abucheos; pero este 25 de Mayo fue bisagra; Milei en Córdoba prometió bajar impuestos, el que promete es porque necesita algo a cambio, y él sabe que debe concretar lo que hoy siguen siendo expectativas y esperanzas, si lo consigue logrará el crecimiento real y el acompañamiento de los gobernadores, pero si no lo logra las mediciones bajarán, los fanáticos en la plaza serán menos, y la próxima vez ni siquiera tendrá al gobernador local.
La política argentina quedó más expectante que nunca; y los que miraron hacia el acto opositor y la viralización del «Milei culiadazo», empezaron a pensar en recomenzar su propio camino, porque puede haber Milei para rato, o quizás no tanto.