Nunca hubo dudas sobre la defensa del aparato productivo cordobés, todos los sectores políticos en sus campañas electorales hicieron eje en la importancia de defender la producción agro ganadera de la provincia así como su aparato productivo industrial, desde hace muchos años la provincia en su conjunto se ha caracterizado por la férrea defensa de sus intereses y todos los sectores productivos tuvieron un fuerte protagonismo, junto al sector político, a la hora de exigir el respeto a la provincia.
Precisamente uno de los principales temas por los que el kirchnerismo tuvo tanta resistencia en la provincia de Córdoba fue no entender este fuerte valor de la idiosincracia cordobesa, mientras que el peronismo provincial lo manejó plenamente desde los tiempos de José Manuel De la Sota y así lo continuaron Juan Schiaretti y ahora Martín Llaryora.
Sin embargo en los últimos días el tema parece haber quedado relativizado; mientras la oposición política, principalmente encarnada en las figuras de Luis Juez y Rodrigo De Loredo, optaron por una sinuosa posición de no apoyar a Llaryora pero tampoco alinearse con el presidente, con un discurso complicado de entender pero comprensible dada su naturaleza de opositores, lo que más llama la atención es el silencio de los sectores productivos cordobeses.
Ninguna de las organizaciones gremiales, profesionales ni empresariales que nuclean a la actividad agropecuaria, industrial, comercial o profesional de la provincia de Córdoba se pronunciaron expresamente en respaldo al gobernador Martín Llaryora ni en contra de los ataques de Javier Milei, si bien se escucharon voces en oposición las retenciones o a diferentes decisiones del presidente, ninguna cuestionó los avances personales de este sobre el gobernador o sobre el gobierno provincial.
Como no hubo pronunciamientos oficiales tampoco se conocen oficialmente las razones, sin embargo si han trascendido las opiniones de algunos dirigentes de estos sectores que aseguran que lo que más temen es el aislamiento, volver a la vieja idea de la isla cordobesa, de los enfrentamientos provincia vs nación de las épocas de las gobernaciones de Angeloz y de Mestre es lo peor que le puede pasar a la provincia y a los intereses de estos sectores.
Es por eso que no aparecen esos apoyos y Llaryora lo sabe, y es la misma razón por lo que desde que comenzó el conflicto se esforzó en expresar su vocación de diálogo, su apertura a los consensos, y lo sigue haciendo a pesar de los desaires de Milei; sin embargo la línea es fina y el aislamiento provincial se puede convertir en la soledad del gobernador, lo más temido.
Por ahora ese temor es lejano, sin embargo quedó clara la diferencia de acompañamiento que tuvo Ignacio Torres, el gobernador de Chubut, rápidamente rodeado por todos los gobernadores y casi todos los políticos, a pesar de proponer una medida muy dura como puede resultar hacer escasear el petroleo en todo el país, en comparación de los apoyos que recibió Llaryora, y eso que no usó ninguna amenaza con las producciones de Córdoba, ni siquiera prosperó la idea de algunos de llevar los colectivos cordobeses al obelisco para protestar por las quitas de los subsidios al transporte.
Martín Llaryora tiene un sólo camino, no perder el apoyo de los cordobeses que De la Sota y Schiaretti supieron conquistar, a pesar de que no reciba todas las efusividades que le gustaría.
