Este 12 de octubre se conmemora el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, con el objetivo de promover la reflexión, el diálogo intercultural y el respeto por los pueblos originarios, y en ese sentido es bueno enfocarnos en la parte que nos toca, como cordobeses, argentinos y americanos.
Un estudio realizado por la Universidad Nacional de Córdoba y el Conicet, sobre la Historia evolutiva de la población del centro de Argentina concluyó que el 76 por ciento de los habitantes contemporáneos de Córdoba posee linaje materno indoamericano, mientras que una proporción menor es de origen europeo (16%) y africano (8%).
Esto significa que, por línea materna, la mayoría de los cordobeses tiene antepasados directos nativoamericanos, pertenecientes a los pueblos que habitaban este territorio antes de la llegada de los europeos, en el siglo 16. La prueba de ello está en nuestro ADN.
Los investigadores realizaron hallazgos que indican que parte de la población actual de Córdoba (entre el 10 y 15 por ciento) pertenece a un subtipo de linaje autóctono –el D1j–, que sería particular de la región central del país y se habría desarrollado como evolución local, durante el período prehispano.
“Encontramos ese mismo linaje en una persona que vivió en la costa de la Laguna Mar Chiquita, en el noreste provincial, hace 4500 años”, explicaron.
Puesto de otro modo: la gente que habitaba esta región hace miles de años tenía la misma “marca genética” que hoy encontramos en la población cordobesa. “Eso significa que ha habido una continuidad temporal de al menos cuatro a cinco mil años”, apuntaron.
En opinión de los científicos, los hallazgos e investigaciones realizadas contribuyen a visibilizar una historia muchas veces oculta, y disparan contra cierto sentido común construido en torno al origen de los argentinos. “No venimos solo de los barcos europeos, como mucha gente cree. Las personas que habitaban estas tierras hace 5000 años continúan haciéndolo. No se extinguieron”, concluyen.