Ya fue dicho desde estas páginas, el diputado nacional Rodrigo De Loredo vive días complicados, necesita refrendar en las urnas su continuidad en la primera línea de la política argentina, se vence su mandato y tiene complicado lograr el voto popular que lo avale para una nueva incursión en la cámara baja de la nación, y, peor aún, que le de los votos para mostrar un poder que ya no tiene.
El otrora ahombre fuerte de Juntos por el Cambio, en Diputados y recorriendo la provincia de Córdoba, ya no es tal; en Buenos Aires ya no reconocen ese poder y en Córdoba sus pretensiones están siendo fuertemente cuestionadas, tanto adentro de su partido como hacia afuera, por parte de sus aliados, o con quienes espera aliarse.
Adentro de la Unión Cívica Radical los enemigos que se supo conseguir De Loredo se muestran cómo eso, duros adversarios que le dicen que no le van a permitir llevar el partido a una alianza con La Libertad Avanza, su máxima aspiración, y además que le cuestionan su candidatura y quieren discutírsela en las urnas internas; si De Loredo no puede ser candidato ni siquiera por la UCR de Córdoba su futuro es verdaderamente incierto.
Hacia afuera la situación no es mejor, su exsocio Luis Juez no deja de boicotearle todos sus intentos para ser candidato o para acercarse al partido del gobierno nacional, demostradole que el que manda el sector político antes aunado como Juntos por el Cambio es él; y para peor, los principales dirigentes de La Libertad Avanza en Córdoba, con quienes el radical quiere aliarse en las próximas elecciones, tampoco lo miran con cara de buenos amigos.
Por ahora las probabilidades no son buenas y todo indica que lo único que podría salvar a Rodrigo De Loredo es un acuerdo con Juez, o directamente con Milei, por fuera de su partido, que lo coloque de nuevo como candidato a diputado nacional, aunque tenga que despedirse de sus afectos boinas blancas de toda la vida.
La suerte del radicalismo de Córdoba también está difícil pero no tan estruendosa como la del diputado nacional.
