El año que viene es un año electoral, si bien no apuran los tiempos, ya se estaría empezando por lo bajo en un armado político que asegure otro triunfo para el oficialismo cordobés. Nadie informa oficialmente sobre el tema, pero hay rumores y se notan movimientos que harían suponer que las estrategias desplegadas desde las oficinas del Panal estaban focalizadas en dos sectores claves, el noroeste y el sur provincial.
El último ya gozaría de tranquilidad con el marcado triunfo de De Rivas. El otro sector viene sufriendo una cuasi acefalía dirigencial y por lo tanto se trabaja, según se nota, en empoderar nuevos líderes. Al parecer en el noroeste, más allá del trabajo que vienen realizando los legisladores, existen intendentes con fuerte peso político que van en sintonía con el nuevo armado que perfila el actual gobernador. En definitiva estos nuevos dirigentes que asoman frecuentemente por el despacho del ministro Manuel Calvo (a quienes varios señalan como el nuevo gran armador político del gobierno, argumentando de que tiene y mantiene diálogo con todos los líderes locales independientemente del color político al que pertenecen), se están convirtiendo en ases bajo la manga de un gobierno que decidió una fuerte inversión de fondos para obras que oxigenan las gestiones de los jefes de cada comunidad.
No dejaría de ser llamativo ni sorprendente, que las diferentes fuerzas políticas acudan a la seducción con dirigentes femeninas que tengan marcado peso político en sus territorios. La elección de nombres en este caso, no sería un problema para Llaryora, que cuenta con mujeres intendentes en todo Córdoba, y precisamente en el noroeste, con figuras destacadas como Mabel Godoy de Quilino, Andrea Nievas de Deán Funes y Silvina Cabezas de San Pedro, por nombrar algunas.