En los últimos días se sucedieron en Córdoba distintos hechos vandálicos, protagonizados por delincuentes, que lo único que tuvieron en común es la mala difusión con el peor de los títulos: Saqueos.
En realidad en todos los casos se trató de algunos hechos de vandalismo, con mucha difusión en redes sociales y videos compartidos innumerables veces a través de WhatsApp, a lo que se sumaron, sobre todo este fin de semana largo, reiteradas alertas generadas en barrios a partir del accionar de pequeñas bandas de marginales que, aprovechando la situación, buscaban organizarse para cometer delitos, llegando a concretar algunos contra pequeños comercios de la zona.
Como ya ocurrió en otras épocas hay una intención definida de generar incertidumbre e inestabilidad social a partir de la manipulación de este tipo de noticias, apelando a una intensa campaña que se hace fuerte a partir de herramientas de comunicación masiva.
Siempre este tipo de campañas tienen una intencionalidad política, y por eso tampoco es casualidad que sea la provincia de Córdoba una de las elegidas para buscar debilitar socialmente, se trata también de buscar generar grietas sociales que se conviertan en malestar político.
Si bien es muy difícil identificar responsables, o señalar a las usinas generadoras de estas manipulaciones informativas, en épocas electorales hay que percibir quiénes son los favorecidos políticamente con las agitaciones sociales que se buscan instalar, favorecimientos que al mismo tiempo se ven fortalecidos con la difusión de otro tipo de noticias que llevan a mejorar la imagen de algunas figuras políticas.
Más allá de que todas las herramientas son válidas en la disputa política, el problema de la agitación social a niveles extremos, como lo es buscar generar olas de saqueos, conlleva el peligro de que el objetivo de agitación se convierta en realidad y termine sumiendo a la Argentina en un estado social que sólo les va a convenir a esos pocos que buscan beneficiarse, y que va a perjudicar gravemente a la inmensa mayoría de la población.
Daniel Ponce
