«Repartían colchones, frazadas, plata, a los discapacitados les daban ciento sesenta mil pesos, droga», dijo Luis Juez en un canal de televisión de Buenos Aires.
«Se pasa, se le va la mano, es un exagerado», ninguna de las expresiones con las que habitualmente se hace referencia a las personas que tienden a exagerar situaciones alcanza en este caso; «es un bocón, un desbocado, habla de más», se le dice a alguien que habla más de lo debido; y si bien es verdad que el Senador cordobés Luis Juez puede ser todo eso, no es este caso; Juez ha dicho que alguien a quien no menciona con nombre y apellido pero hace clara referencia a Martín Llaryora o sus partidarios «entregaban droga», y eso es un delito y una injuria, y debe ser sancionado penalmente.
No se trata de cuestionar una exageración, no es el caso del clásico: «se le va la mano». Juez está cometiendo el delito de calumnia e injuria, eso está penado por la ley y debe ser sancionado, a menos que efectivamente haya ocurrido lo que dice, algo totalmente descabellado, pero en todo caso su deber es concurrir a la justicia y presentar la denuncia formal sobre los hechos que denuncia.
Pero lo de Juez es más grave que el delito legal, lo que está haciendo el derrotado candidato a gobernador es atacar a la institución de la política y a los políticos en general, está destruyendo el sistema político sin ningún miramiento, porque la sospecha que pretende esparcir sobre Martín Llaryora le cae a toda la política en general, lo de Luis Juez es una tragedia para la política.
Por esta razón, y más allá de la acción judicial deberían ser los políticos quiénes repudien los dichos de Luis Juez, o acaso algún político de Córdoba piensa que Llaryora «reparte droga», la pregunta en este momento es si los pares de Juez, sus compañeros en Juntos por el Cambio piensan o tienen elementos para coincidir con Juez.
Los primeros en condenar a Luis Juez deberían ser Rodrigo De Loredo y las autoridades de la Unión Cívica Radical y del PRO de Córdoba.
Nadie en su sano juicio permite que otra persona lo acuse alegremente de «repartir droga», una atrocidad, cualquier persona a la que hacen eso lo primero que hace es denunciar a quien lo acusa falsamente, y eso es lo que debe pasar en este caso.
Una cosa era el Luis Juez alegre, gracioso, bocón, hasta medio pavo, que todos conocen en Córdoba, y otra muy distinta es este señor envuelto en nervios, con el seño siempre fruncido, que solloza en los medios de comunicación y que dice barbaridades hasta el extremo que acaba de tocar, cometer delito. Alguien tiene que hacer algo.
