La democracia se cura, y se defiende, con más democracia, es lo primero, quién se olvide de eso va por mal camino; y por estos días parece que son muchos los olvidadizos, algunos por irresponsables y otros por tramposos.
No se trata de poner excusas ni paliativos, corresponde, es el momento de mayor responsabilidad política y social; si hay algo en lo que coincidieron todos los políticos en sus declaraciones públicas durante todos los actos electorales es en la importancia de cuidar la democracia y en honrarla a cuarenta años de su recuperación, sin embargo a la vuelta de la esquina, a días de transcurrida la primera elección nacional, la primera reacción es la agitación social.
En Argentina hay sectores de la sociedad que llegan al extremo del hambre, hay muchos que no tienen trabajo, y eso es una falla de quienes conducen y del sistema en sí mismo, pero eso no significa ni golpe de estado ni pueblada, no ocurrió antes de ninguna elección y tampoco tiene por qué ocurrir ahora, y las condiciones económicas y sociales son las mismas que antes del 13 de agosto.
Es por eso que es inaceptable pretender que «de pronto», «de un día para el otro», aparecen los saqueos, palabras como «hartazgo» son igual de impropias por lo mismo detallado antes, nadie se «harta de repente».
Es verdad que son los gobernantes los responsables de que la sociedad esté mal, aunque tampoco hay que caer en la inocencia de aceptar que son los únicos y por eso también hay que decir que quienes gobiernan son parte de un sistema donde el poder no sólo reside en las casas de gobierno, sino también, y a veces más, en otros sectores que toman decisiones que impactan en todos los argentinos.
Entonces, más allá de la situación económica, en los hechos que acongojan al país acontecidos en los últimos días hay protagonistas e instigadores concretos y hay que decirlo, los que salen a la calle a generar el caos son delincuentes comunes, está demostrado en los prontuarios de los detenidos; son los mismos bandidos que hasta ahora organizaban robos pirañas y vivían del arrebato; y también son lo más residual de la sociedad, personas con problemas por consumo de drogas y alcohol, que deambulan las noches en busca de una oportunidad para conseguir lo que sea; y a esto lo podrían atestiguar los operadores políticos del territorio, si no les diera vergüenza reconocer que nunca hicieron nada para atender ese flagelo social. Y los instigadores son los cultores del odio, los intolerantes de siempre, hoy vestidos de libertarios.
Y es importante destacar los últimos párrafos a quienes desde la política se manejan con tal irresponsabilidad que aterra; lo primero que deberían estar haciendo a esta hora todos los dirigentes políticos, sobre todo los que están en carrera por los votos nacionales, es llamar a la cordura, a la mesura, a la paz social y exigir a sus partidarios que no cometan ni instiguen ningún hecho que hoy pueda alterarla; sin embargo esto no está ocurriendo.
Y lo último que hay que pronunciar es lo primero que se dijo en este texto, «democracia», que significa respeto social, recordar a los ahora entusiasmados ganadores, que deben esperar su tiempo, que nada se soluciona prendiendo fuego, robando ni agrediendo a otros argentinos; Milei, Bullrich o Massa podrán gobernar a partir del próximo 10 de diciembre y poner en marcha sus planes, antes deben respetar y esperar su turno; es terrible tener que hacerles ver aquellos que hoy instigan para que caiga un gobierno que dentro de cuatro años podría pasarle lo mismo al suyo para que se den cuenta que eso no es democracia ni la vida de una sociedad adulta.
