El Gobierno porteño decidió no acatar un fallo de la Justicia federal y resolvió que «el miércoles hay clases» presenciales en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, la decisión de Horacio Rodríguez Larreta sobrevino a la resolución del juez en lo Contencioso Administrativo Federal Emilio Furnari, quien ordenó al distrito porteño que suspenda la concurrencia y la permanencia de los alumnos en las aulas.
En su fallo, el Juez Furnari declaró la incompetencia de la Justicia porteña en este expediente y envió la causa a la Corte Suprema, lo cual deja sin efecto la cautelar planteada por padres y madres de alumnos contra el DNU del Gobierno nacional y a favor de la presencialidad en las aulas, dijeron fuentes judiciales.
El lunes, la Corte había asumido la «competencia originaria» para resolver la demanda de «inconstitucionalidad» presentada por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la semana pasada en rechazo del DNU 241/2921 del Poder Ejecutivo Nacional.
Dos trágicas decisiones convergen en esta situación; por un lado la judicialización de la política, con esta actitud Rodríguez Larreta decide romper definitivamente con un acuerdo tácito de la política que se apoya en la Constitución Nacional argentina, los poderes del Estado son independientes, no se acude a uno en contra del otro, si así fuera, como en la actual situación, los gobiernos elegidos popularmente no podrían llevar adelante su gestión porque sus decisiones serían continuamente objetadas por alguien y llevadas a la justicia, lo que terminaría en una situación anárquica que llevaría a un caos político y dejaría sin conducción al país.
Y por otro lado lo de Larreta también es de extrema gravedad porque pretende utilizar a la justicia según su interpretación y conveniencia, lo cual le quita seriedad y confiabilidad a esta herramienta del Estado sumiéndola también, al igual que lo hace con la política, en una situación de falta de confianza y descreimiento popular que lleva irremediablemente a que sus valores esenciales, la ética y la equidad, dejen de serle reconocidos como propios y pierda su razón de existir.
Parece ser que Rodríguez Larreta, y sus seguidores, encarnan a un grupo de hombres y mujeres que no tienen ningún interés en los valores del conjunto de la sociedad, valores que hacen a la existencia de la sociedad misma, personas a las que sólo las anima sus intereses personales y particulares, egoístas que con tal de lograr sus objetivos son capaces de destruir todo a su paso, incluido una nación en formación como la Argentina.
Los próximos días serán primordiales, los grandes hombres de la Argentina, de la política y de la justicia, deberán evitar que el país sea llevado a su autodestrucción, promovida por los Rodríguez Larreta, las Bullrich, los Macri y quienes los acompañan, días decisivos en los que el país saldrá adelante o terminará sumido en la desgracia de la peor miseria humana, el egoísmo.
