A partir del anuncio de la Municipalidad de Córdoba informando que concluyó el plan de mejora de accesibilidad en el microcentro, parte del programa Respira Córdoba que prometía 85 rampas nuevas y la refacción de otras 70, un relevamiento realizado por la Concejal Fabiana Gutiérrez cuestiona esa información, «hay fallas de diseño, diferencias entre lo pagado y lo construido, y obras con vicios que comprometen la seguridad de las personas con movilidad reducida», dice la edil; en ese sentido ya presentó en el Concejo Deliberante un pedido formal de informes para aclarar montos, plazos y controles.
Según la información municipal, la obra se licitó con un presupuesto oficial cercano a $150 millones y un plazo de ejecución de 90 días para la etapa inicial de 85 rampas; y según se confirmó la Secretaría de Desarrollo Urbano, la inversión se destinó a la construcción y reparación en puntos estratégicos del microcentro y corredores de convivencia.
Sin embargo el relevamiento de Gutiérrez, que realizó un recorrido “rampa por rampa” por la totalidad de las intervenidas en el área centro detectó: «Inconsistencias en el diseño podotáctil: baldosas mal colocadas o de características que dificultan la orientación de personas con discapacidad visual; Vicios de construcción: algunas rampas presentan defectos de terminación; pendientes y anchos fuera de norma que afectan la seguridad y autonomía de las personas que usan sillas de ruedas; diferencias entre lo pagado y lo construido; en síntesis, el relevamiento detectó menos unidades en condiciones óptimas de las que el expediente oficial declara.
Gutiérrez también documentó la ausencia de información clara en algunos puntos: falta de actas de recepción definitiva, certificados de inspección completos y planos de replanteo firmados por la contratista en varios casos.
«Más allá de los números y los expedientes, los problemas detectados tienen consecuencias concretas: rampas mal diseñadas o sueltas, podotáctiles mal colocadas y pendientes inadecuadas no sólo frustran la autonomía de quienes las usan, sino que generan riesgos de caídas y accidentes. Para quien depende de una silla de ruedas o de señales podotáctiles para desplazarse, una rampa defectuosa es más que una molestia: es una barrera que vuelve a exclusión aquello que debía ser acceso» asegura la Concejal.

