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Mié 1 octubre 2025
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¿El final del pejotismo? algunos lo vaticinan

Los asuntos de alcoba e infidelidades, con atropello a símbolos institucionales como la Casa Rosada y el Sillón de Rivadavia incluido; sumados a la grave situación de violencia de género protagonizados por Alberto Fernández parecen haber impactado muy fuerte en el peronismo, de manera terminal, dicen. 

No son pocos los que aseguran que gran parte de los argentinos no quiere saber más nada con el peronismo, aunque queda claro que se refieren al kirchnerismo y a sus dirigentes. 

Esta convicción es masiva en filas del gobierno nacional, hablan de “la atomización del espacio”, creen que el peronismo va rumbo a una subdivisión inevitable, donde los dirigentes tomaran distintos rumbos; los menos enfervorizados hablan de un peronismo enterrado en “el ostracismo por lo menos por 10 años”. 

Es más, medios porteños aseguran que por estos días el gobierno de Javier MIlei evita la realización de actos importantes y grandes anuncios para que la agenda mediática siga monopolizada por el ex mandatario. “Nunca interrumpas a tu enemigo mientras se está equivocando”, dicen que es la frase rectora para esta determinación. 

Los mismos que abonan esta teoría sostienen que los símbolos del peronismo: la marcha, el escudo, Peron y Evita, la militancia; «ya no tienen cabida en la sociedad actual», y que lo que quede, sin todo eso, «tendrá poco y nada de peronismo». 

Sin embargo, quienes hacen estos análisis parten desde una posición viciada de parcialidad, porque son los mismos que nunca quisieron al peronismo, los que siempre lo vieron al partido como «enemigo de clase», y los que siempre soñaron con su extinción; y también son los mismos que creen que hay peronistas «con los que se puede dialogar y lograr acuerdos, y etiquetan a estos como «peronistas democráticos», «peronismo republicano», «peronismo del interior»; para los que aseguran tener un plan. 

La pregunta es si desaparecerá el peronismo o lo que ocurrirá es sólo bajarle la intensidad al pejotismo, a un ideario político que se define a sí mismo como «un sentimiento» y que basa la convicción de su existencia en que “donde haya una necesidad habrá peronismo”.

Segunda parte 

Mucho se ha especulado sobre la desaparición del peronismo a lo largo de la historia, y poco lo que se puede sumar desde estas páginas, menos en los formatos actuales de la comunicación; sin embargo bien vale, sólo en modo informativo, decir que hay quienes aseguran tener planes concretos en ejecución para lograr ese ansiado final del peronismo argentino. 

Quienes apuestan a la atomización del peronismo lo dicen desde la convicción de que, con el final del kirchnerismo, no quedarán líderes nacionales capaces de volver a unificar a todo el peronismo y que los distintos dirigentes de las provincias argentinas no lograrán volver a conformar un gran movimiento nacional como se lo conoció hasta ahora, quedando reducido a expresiones provinciales debilitadas por sus necesidades regionales y de supervivencia política de sus caudillos locales, lo que lo hará diluirse en alianzas y frentes que terminarán de hacer desaparecer al histórico partido fundado por Juan Perón. 

Para lograr eso dicen que ya están en ejecución acercamientos a varios de estos dirigentes ofreciéndoles ventajas para sus gestiones provinciales, así como oportunidades políticas a futuro, en alianzas con La Libertad Avanza el PRO y otros sectores. 

Otros planes hablan de una especie de “entrismo” al peronismo, usando lenguaje político de la década del ‘70, lo que supone la captación de militantes y dirigentes y peronistas, tanto de capitales de provincia como del interior, a nivel bases, aprovechando la diáspora de sus principales dirigentes. 

Como se expresa en la primera mitad de este artículo, estos planes que transitan algunos escritorios parecen no tener en cuenta un dato que es la esencia del peronismo, o mejor dicho del pejotismo, y tiene que ver con la identidad ideológica, desde lo sentimental, pero también desde la convicción de que se trata de la única expresión política que existe en función de los desposeídos, o que al menos fue fundada con ese objetivo, y que, como tal, difícilmente pueda hacer desaparecer un proyecto de superestructuras. 

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