«La UCR de Córdoba es manejada por tres familias desde hace años, los Mestre, los Negri y los Aguad»; una frase que se escucha a menudo en boca de los críticos de las históricas conducciones de la Unión Cívica Radical de Córdoba de los últimos veinte años, posteriores a la primera organización desde el reinicio democrático de 1983, cuando Eduardo César Angeloz y Ramón Bautista Mestre le comenzaron a dar forma a un radicalismo cordobés que supo de grandes logros electorales, cada vez más lejanos.
Con el ocaso de Angeloz comenzó la primacía de Mestre padre que no tuvo mucho tiempo antes de comenzar a ser disputada por los Negri y los Aguad; sin embargo, y más allá de ese enfrentamiento interno librado a lo largo de dos décadas, es verdad que nadie más pudo acercarse al poder radical, todos los que lo intentaban terminabansusbsumidos por uno de los sectores en pugna, más allá de la mayor o menor proliferación de núcleos y agrupaciones.
Sin embargo los fracaso electorales locales, responsabilidad de estas conducciones, y los más o menos logros del radicalismo nacional, así como de otras provincias, fueron abriendo muy lentamente las posibilidades de participación a distintos dirigentes que no lograban superar el filtro de no pertenecer a «las tres familias» de dirigentes, y hoy en el radicalismo de Córdoba ganan espacio apellidos como Prunotto, Bee Sellares, Carrizo y algunos otros que en mayor o menor medida comienzan a cobrar peso y voz, y voto.
Es por eso que finalmente, y contra pronósticos de perpetuidad en el poder, el 2027 para la UCR de Córdoba será distinto, las decisiones ya no serán tomadas «por tres dirigentes entre cuatro paredes» sino que la mesa tendrá que ampliarse y las manos abrirse.
Asumen nuevas autoridades en la UCR de Córdoba y con ello soplan nuevos vientos, después de mucho tiempo, es una buena señal.