No hace mucho tiempo, justo hasta antes de las últimas elecciones del 26 de octubre, mañana se cumple un mes, la mayoría de los radicales cordobeses militó para otro partido, o al menos, en el mejor de los casos, no lo hizo para el suyo, y la prueba está en los escasos poco más de sesenta mil votos que consiguió la UCR en la provincia de Córdoba.
En la campaña electoral no se vio a ninguno de los viejos dirigentes del radicalismo cordobés y si se supo que varios de los actuales trabajaron, pero para otro partido. Los históricos apellidos Negri, Aguad, Becerra, Decara, por citar algunos, brillaron por su ausencia; y los nuevos: De Loredo, Ferrer, Carrizo y los principales legisladores provinciales y nacionales, trabajaron para otro partido, es una verdad silenciada pero real, y todos los radicales lo saben.
A tres semanas de la peor elección de la UCR de Córdoba varios de ellos volvieron a aparecer, pusieron en marcha sus usinas de rumores, se mostraron en algunos medios, algunos, y comenzaron con algunas actividades, haciendo saber que «la prioridad es la UCR», o que «hay que salvar al partido»; en otros casos, la línea deloredista, ni siquiera se acercan a esas expresiones, solo volvieron a aparecer con el mismo mensaje de antes, acercarse a La Libertad Avanza.
El centenario partido cordobés, cada vez más alejado de los recuerdos de gloria, seguirá sufriendo para adentro con la esperanza de volver a renacer; Mestre promete continuar levantando las banderas de aquel radicalismo y no cejar en su enfrentamiento a los que buscan alejarlo hacia los nuevos vientos liberales; en el mismo sentido se expresan otros sectores como el que encabeza el legislador Dante Rossi; los viejos dirigentes todavía no muestran sus apetencias, aunque considerando su historial no es muy difícil imaginarlas; y los nuevos radicales ya dejaron en claro que seguirán intentando «venderle la UCR» a Milei.
Se viene tiempos duros para la UCR cordobesa.

