Promediando la semana que pasó fueron muchas, realmente muchas, las voces que desde lo más interno del peronismo de la ciudad de Córdoba salieron de su anonimato para contar una y mil historias de una complicada definición de quién será el candidato a Intendente que suceda a Martín Llaryora; hasta ahí nada preocupante si no fuera por un dato, varias de esas voces hablaban de una ruptura, de un cisma electoral que podía hacer pensar en una posible ruptura que calaría en los más íntimo del PJ Capital; resultó un dato llamativo, hasta el momento todos los candidatos hablaban del «equipo de Martín», y de que todo se resolvería por los caminos normales.
Que «Miguel tiene demasiado», «Daniel pide más», «Marcelo cree que merece más», «el ‘Pichi’ es el elegido», rumores, rumores y más rumores, el «rum rum de la política» dicen muchos para ponerle un nombre a la intensidad de los mensajes que cruzaron al peronismo de Córdoba y a las redacciones de los medios de comunicación, muchos en tono negativo como queriendo pre anunciar esa ruptura por falta de acuerdo en quién será finalmente el candidato a Intendente de Hacemos por Córdoba.
Sin embargo del medio de esos rumores se alzó una voz autorizada, la más autorizada que llegó a la redacción y dijo, «a Martín nadie le va a dividir», una respuesta corta pero contundente a tanto desvarío que no pareció respuesta sino más bien una declaración de principios; recién ahí surgió la primera claridad de lo que estuvo ocurriendo en el PJ de Córdoba Capital.
Volviendo a consultar fuentes, siguiendo el hilo de los comentarios apareció otra luz, otra mirada que no se veía en el aturdimiento de la semana, del apurado análisis de datos; no se trataba de rupturas, ni de descontentos, ni de competencias, era otra cosa.
«Lo que ocurre es que ‘los pícaros de siempre’ tienen otros objetivos que no son los de superficie, no están preocupados por el quién, por un nombre en particular, sino por el como»; «los que se las saben todas están debilitando» le cuentan a Política Córdoba los que dicen que saben, después de varias preguntas de garantías, «lo que están haciendo es tratar de que el que llegue como candidato llegue desacreditado, debilitado, que tenga que ceder mucho, que sea controlable» completa un avanzado analista de la política cordobesa.
Y explican también que ese debilitamiento lo recibirá por relación transitiva Martín Llaryora quien, si se cumplieran los vaticinios relatados al principio, le tocaría asumir con un peronismo de Capital dividido fácticamente y con un interior con realidades disímiles.
«Estos fuman debajo del agua» sigue el señor de los refranes para ilustrar una realidad muy volátil, y no es para menos, el Partido Justicialista de Córdoba, en particular el de la ciudad de Córdoba, está en la cúspide del volcán, está en el momento preciso en que va a estallar una profunda renovación y los resultados dependerán de cómo encuentre preparados a los protagonistas, puede arrasar con todo y con todos, o puede ocurrir una transición tranquila y ordenada hasta finalmente encausar la lava y acompañarla hasta que se enfríe; son muchos años de un mismo poder que está terminando, lo saben todos, los que se van y los que llegan, o quieren llegar; eso explica el combate, a esta hora cuerpo a cuerpo, es mucho poder y todos lo quieren.
Dicen que Martín Llaryora es el mejor preparado de todos, por eso llega como llega, le toca demostrar que efectivamente va a poder controlar ese inmenso colectivo que es el peronismo.