El peronismo de la ciudad de Córdoba está inmerso en un profundo debate, son la columna vertebral del Partido Justicialista de la provincia con todo lo que eso significa a nivel de definiciones y por supuesto electoralmente, y la discusión, el diálogo, tiene que ver con qué van a hacer, cómo van a afrontar la elección que se viene y qué les espera para el futuro. No es un debate menor porque el desafío es mantener el gobierno de la ciudad capital, y darse su propia organización.
El peronismo de la ciudad de Córdoba también vive su recambio generacional, el recambio que aún no hicieron porque también dependieron siempre de José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti, y también les toca decidir quién marcará su camino; y en este sentido de definiciones los peronistas capitalinos tienen una particularidad, casi toda su estructura media está marcada por una pertenencia generacional que los definió, comenzaron con los primeros gobiernos peronistas desde el regreso de la democracia y siempre estuvieron esperando su momento, son «aquella Juventud Peronista», son los hombres y mujeres peronistas a los que les llegó su momento, y tendrán que decidir.
Aquella JP, la de los comienzos de los éxitos del peronismo en la provincia de Córdoba estaba compuesta por muchachos y muchachas que crecieron admirando a sus conductores, José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti, eran muy jóvenes cuando comenzaron los logros electorales y para ellos fueron los roles de acompañar en las tareas menores, aprender y formarse; pronto empezaron a ocupar cargos de gobierno, algunos fueron a la olvidable gestión de Germán Kammerat a hacer sus primeras armas, aunque rápidamente tuvieron que salir huyendo de semenjante descalabro, también fue aprendizaje.
Lo cierto es que aquellos JP crearon una identidad muy fuerte, una sensación de grupo y depertenencia al calor de las campañas, de las noches de pegatinas y pintadas, de los cruces con los rivales en las calles de la ciudad, de los cursos de formación, de los viajes, de los festivales, de los actos y de un sinfín de actividades que los hermanaron al punto de que a pesar del paso de los años jamás dejaron de reconocerse unos a otros allí donde se encontraran.
Es que aquellos jovenes fueron creciendo, y la vida y la política les fue deparando distintos destinos, en muchos casos hasta terminaron enfrentados en alguna interna inesperada y quienes habían sido compañeros de juventud se encontraron en veredas diferentes, pero la sensación nunca se extinguió, el sello de los «formando JP» quedó grabado, «la gloriosa juventud peronista» fue una experiencia que jamás olvidaron ni en sus mentes ni en sus corazones.
Siempre supieron que ellos habían llegado por y gracias a sus idolos y mentores, siempre supieron que ellos no podían ni imaginar ser los dirigentes principales del peronismo de Córdoba hasta que sus conductores no terminaran su ciclo, sabían que pasarían muchos años, y por eso mismo jamás desesperaron, es más, algunos hasta lo olvidaron como proyecto y se acostumbraron a acompañar, a ser funcionales, a trabajar para, casi olvidados de que alguna vez les llegaría la hora.
Y resulta que parece que la hora llegó, o al menos es lo que muchos de aquellos JP han comenzado a repetir desde donde los encontró la vida en esta hora del recambio, y parece que muchos empiezan a caer en la cuenta de que siempre supieron de que cuando llegara la hora, el turno sería de ellos porque para eso se pasaron una vida esperando, militando, trabajando, formandose; por eso el debate en el peronismo de Capital, por eso la pregunta cobró fuerzas ¿llegó el turno de aquella histórica JP?.
Hace cuatro años cuando le tocó a Martín Llaryora encabezar la recuperación de la ciudad de Córdoba muchos también se preguntaron lo mismo, sin embargo en aquella oportunidad todavía no era el momento del cambio generacional, Juan Schiaretti seguía al mando por cuatro años más y las decisiones las tomaba él, punto. Ahora es el cambio, todos reconocen que Llaryora se ganó el primer lugar, eso no se discute, el debate que comienza es para abajo.
Ya no son aquella gloriosa juventud peronista amalgamada en noches de festivales o en mateadas, ya son hombres que hoy llevan adelante responsabilidades importantes, pero hasta ahora lo vienen haciendo siempre al servicio de alguien, respondiendole a uno u a otro; y entonces la pregunta se convierte en bisagra porque lo que intenta dilucidar es si finalmente estarán a la altura de ocupar el lugar que les pertenece por historia o si seguirán como hasta ahora, al servicio de alguien.
Los JP se están llamando, se están convocando, falta ver cuántos responden, falta ver qué actitud toma cada uno; el peronismo de Córdoba capital está debatiendo.